La rueda del destino by Scarlett Van Veen

La rueda del destino by Scarlett Van Veen

autor:Scarlett Van Veen
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2017-06-30T22:00:00+00:00


10

Después de despedirse de todos sus amigos y de asegurarse de que James tuviera quien lo llevara de vuelta, Hunter y Kyla abandonaron la fiesta. De camino a casa, una fuerte lluvia les sorprendió entrando en Kalhua Bay, a pesar del aguacero el ambiente era apacible. El olor dulce de las flores y de la hierba se mezclaba con la humedad de la tierra y el perfume que se esparcía por el aire resultaba delicioso.

Ella miraba por la ventanilla, contemplando los rayos que se dibujaban en la lontananza, e intentaba no pensar en nada. Aunque bien sabía que la balsa de aceite en la que flotaba acabaría hundiéndose en cualquier instante.

—Hace tiempo que no llovía de noche, lo echaba de menos —la miró de reojo—. Estás muy callada, Kyla. ¿Qué te ocurre?

—Estoy cansada, solo es eso. ¿Te importa si me voy directa a la cama? Puedes regresar a la fiesta si te apetece.

—Claro, ahora mismo te dejo y me marcho de juerga —hizo un chasquido, haciéndola sonreír—. Abre el garaje, voy a meter el coche para que no te mojes.

—¿De qué has estado hablando con John? De repente parecíais íntimos —preguntó mientras la transfería a su silla.

—Me ha pedido que cuide de ti y también me ha avisado de que, a eso de la medianoche, ibas a convertirte en calabaza.

—¡Será chivato! —bufó entrando en la cocina.

—John es un buen tío y se preocupa por ti, Kyla —posó la mano en su hombro.

—Lo sé, es solo que no consigo asimilar lo que ocurrió y me disgusto al recordarlo, sobre todo, en estas fechas.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—¿Para qué…, para celebrarlo?

—Me parece más positivo que deprimirse —abrió la corredera del salón y salieron a la terraza—. Siéntate en tu tumbona. Voy a por Sam y a por una botella de champán que tengo en el frigorífico. No voy a permitir que te conviertas en seta.

—¿Sabes que estás muy guapo cuando te pones en plan jefe, capitán? —se mordió el labio evitando reírse.

—Pues espera, aún no ha terminado la noche y puedo llegar a ser muy mandón —le guiñó el ojo—. Vuelvo en diez minutos.

Mientras aguardaba su regreso se sentó en la tumbona a contemplar la tormenta, le encantaba la lluvia. El relajante sonido de las gotas aterrizando cual sinfonía en el tejado y en el suelo siempre conseguía serenarla. Minutos más tarde, el capitán Malone aparecía en el porche con la ropa empapada. Sin decir una sola palabra, se aproximó a la tumbona y se arrodilló en el pie, observándola con mirada felina. Muy despacio, avanzó gateando por encima de su cuerpo hasta llegar a su boca. Antes de que ella pudiese decir nada, se lanzó a sus labios y la besó apasionadamente.

—¿Por qué has tardado tanto en dar este paso, Hunter? —su respiración era sofocada y el corazón le latía inquieto.

—Quería estar seguro de que me deseabas.

—Te deseo… Te deseo desde la primera noche que pasamos juntos en esta misma tumbona.

Con un par de caricias, le bajó el vestido, dejando sus turgentes pechos al descubierto, y la besó de nuevo.



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